de una noche olvidada
un recuerdo viole
mi silencio taciturno.
Ni lo adoro porque la arena salada,
penetrante y corrosiva,
se me clave en el iris del ojo
renovando la luz perdida.
Llegó como una aparición, así... de repente
y a mi respirar llamó Vida
Vida que se me va... y que a mí vuelve
en cada latido, que su voz me trae...
en cada ola, irascible y henchida.
Henchida...
de ese abrazo transparente
que como a un náufrago me guía,
en el murmullo del viento
que resuena a los pies de la abadía.
© Lucía Navarro Luna
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