martes, 14 de marzo de 2017

Extraviada

Qué dulce es que me sientas a tu lado al caer la tarde.
A este lado del extraviado sendero... siembro, riego y siego
entre las flores del valle y los álamos del río
donde, de la hojarasca seca, nos hacíamos nuestro fuego.

¿O ya era nuestro?

Un patio adormecido era un castillo en libertad, sin techos...
sin más límites
que la infinidad de unos pechos sin cadenas y unos muslos por
domar
con la fuerza fiera del salvaje rayo.

Amor...

        Siénteme...

No se donde estoy ni adonde he ido,
me busco entre tus manos y en tus ojos me he huido.
Acaricio tu frente en cada pared que me bloquea el paso,
le pregunto por ti a los árboles, sin remedio en cada ocaso.

Nadie me ha visto de ti,
dicen que estás a mi lado,
me desvisto para entrar, frenética, a navegar
por ver si ombligo adentro...

...te encuentro...

            ...me hallo...


© Lucía Navarro Luna


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