Al contacto de esa jugosa piel
que me enloquece los latidos,
reservando ese recogido rincón,
cautivo en mi pequeño arcón,
con tu nombre tatuado en cada centímetro,
tembloroso y desenfrenado,
en cada montículo encendido.
Me he encontrado tantas mañanas
al volver por esos ojos...
y al verme en ellos, rebroto.
Explosiona de nuevo este otoño
cubriéndome de hojas vivas,
acariciando cada recodo,
despertándolo a un mundo loco
de lujuria incontenida,
que se revuelve primavera,
donde soy... pétalo... a... pétalo...
la semilla que entre tus dedos germina.
Te pertenezco.
Soy más tuya ya que mía.
Me pierdo cuando estás en mí,
necesito tus manos para encontrarme...
para volverme... de la nada... todo.
Y en un grito, profundo y roto,
me fundo irreverente,
para ser... loto.
© Lucía Navarro Luna